martes, 3 de diciembre de 2013

Jefe Sioux





Este hombre fue el jefe de los Sioux, el cual redacto una carta sobre la naturaleza al presidente de los Estados Unidos Frankling, en 1854.
Esta carta surgió porque el presidente les hizo una oferta de compra de unas tierras que pertenecian a una reserva nativa.El jefe Sioux le hizo ver la importancia que la naturaleza tenía para ellos para hacerle ver que es necesario respetarla y cuidarla porque es la que ha permitido que crezcamos entre ella creando diferentes culturas que nos dan nuestra esencia y nuestras cualidades.
Esta es la carta que redactó:

Jefe de los Caras Pálidas:¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra?, esa espara nosotros una idea extraña.Si nadie puede poseer la frescura del viento ni el fulgor del agua, ¿cómo esposible que usted se proponga comprarlos? Cada pedazo de esta tierra es sagrado para mi pueblo. Cada rama brillante deun pino, cada puñado de arena de las playas, la penumbra de la densa selva,cada rayo de luz y el zumbar de los insectos son sagrados en la memoria yvida de mi pueblo. La savia que recorre el cuerpo de los árboles lleva consigo la historia del piel roja. Los muertos del hombre blanco olvidan su tierra de origen cuando van acaminar entre las estrellas. (…) Somos parte de la tierray ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; elciervo, el caballo, el gran águila, son nuestros hermanos. Los picosrocosos, los surcos húmedos de las campiñas, el calor del cuerpo del potro yel hombre, todos pertenecen a la misma familia.(…)Los ríos son nuestros hermanos, sacian nuestra sed. Los ríos cargan nuestrascanoas y alimentan a nuestros niños. Si les vendemos nuestras tierras,ustedes deben recordar y enseñar a vuestros hijos que los ríos son nuestroshermanos, y los suyos también. Por lo tanto, vosotros deberéis dar a losríos la bondad que le dedicarían a cualquier hermano.Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestras costumbres. (…)No hay un lugar quieto en las ciudades del hombre blanco. Ningún lugar dondese pueda oír el florecer de las hojas en la primavera, o el batir las alasde un insecto. (…)¿Que resta de la vida si un hombre no puede oír el llorar solitario de unave o el croar nocturno de las ranas al rededor de un lago?. (…)El aire es de mucho valor para el hombre piel roja, pues todas las cosascomparten el mismo aire -el animal, el árbol, el hombre – todos comparten elmismo soplo. Parece que el hombre blanco no siente el aire que respira. Comouna persona agonizante, es insensible al mal olor. Pero si vendemos nuestratierra al hombre blanco, el debe recordar que el aire es valioso paranosotros, que el aire comparte su espíritu con la vida que mantiene. Elviento que dio a nuestros abuelos su primer respiro, también recibió suúltimo suspiro. Si les vendemos nuestra tierra, ustedes deben mantenerlaintacta y sagrada, como un lugar donde hasta el mismo hombre blanco puedasaborear el viento azucarado por las flores de los prados.Por lo tanto, vamos a meditar sobre vuestra oferta de comprar nuestratierra. Si decidimos aceptar, impondré una condición: el hombre blanco debetratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos.Soy un hombre salvaje y no comprendo ninguna otra forma de actuar. Vi unmillar de búfalos pudriéndose en la planicie, abandonados por el hombreblanco que los abatió desde un tren al pasar.(…) No comprendo como es que el caballo humeante de fierro puede ser más importanteque el búfalo, que nosotros sacrificamos solamente para sobrevivir.¿Qué es el hombre sin los animales?. Si todos los animales se fuesen, elhombre moriría de una gran soledad de espíritu, pues lo que ocurra con losanimales, en breve ocurrirá a los hombres. Hay una unión en todo. Para que respeten la tierra, digan a sus hijos que ella fue enriquecida con las vidas de nuestro pueblo.(…)Esto es lo que sabemos: la tierra no pertenece al hombre; es el hombre elque pertenece a la tierra. Esto es lo que sabemos: todas la cosas estánrelacionadas como la sangre que une una familia. Hay una unión en todo.Lo que ocurra con la tierra recaerá sobre los hijos de la tierra. El hombreno tejió el tejido de la vida; el es simplemente unode sus hilos. Todo loque hiciere al tejido, lo hará a sí mismo.Incluso el hombre blanco, cuyo Dios camina y habla como él, de amigo aamigo, no puede estar exento del destino común. Es posible que seamoshermanos, a pesar de todo. De una cosa estamos seguros que elhombre blanco llegará a descubrir algún día: nuestro Dios es el mismo Dios.(…) El es,el Dios del hombre, y su compasión es igual, tanto para el hombre piel roja como para el hombre blanco.(…)Cuando nos despojen de esta tierra, ustedes brillarán intensamenteiluminados por la fuerza del Dios que los trajo a estas tierras y por algunarazón especial les dio el dominio sobre la tierra y sobre el hombre pielroja.Este destino es un misterio para nosotros, pues no comprendemos el que losbúfalos sean exterminados, los caballos bravíos sean todos domados, losrincones secretos del bosque denso sean impregnados del olor de muchoshombres y la visión de las montañas obstruida por hilos de hablar.

                                                                                                                             Lucía

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